Todo cuanto hago empieza por ser un simple esbozo. Absolutamente todo. Creo que poco a poco he ido dando forma a algo que no tenía. Algo amorfo, abstracto, no uniforme, algo aparentemente nulo. No siempre puede quedar tan perfecto como se quiere, nada tiene un precio bajo. Pero si conseguimos adaptarnos al lienzo que por azar nos toque, podríamos llegar a la perfección, o cerca de la misma. Claro, depende del concepto de perfección que cada persona tenga... el mío consiste en perfeccionarlo más. Quedar por encima, superarlo, afrontarlo y plantarle cara. Y bueno, una vez que pasamos por esto, es la hora de los brochazos. Para mí, son los más costosos... claro, me agobio con mucha facilidad, lloro si veo que no queda tal y como quiero, pero por suerte, el cuadro resultante está compuesto por dos capas. En la última capa, se tapan poros blancos y zonas desniveladas, y se rectifican. Es como una segunda oportunidad. Cuando superas la primera capa y la terminas, la segunda es más fácil... Sí, siempre es más fácil repetir algo que ya hiciste antes, ¿no?
Y cuando creo que por fin he acabado, resulta que tengo que esperar unos meses a que se seque del todo. ¿Que para qué? pues para barnizarlo, hacerle ver a todo el mundo que por fín está acabado, y que brilla y brillará muchísimo tiempo.
¿Veis? Este es el resultado de mucho esfuerzo. Uno de mis cuadros favoritos.
Sobre esto, creo que la vida es como el proceso de pintar un cuadro... sólo me queda una cosa que añadir, cuando está acabado, puedes enmarcarlo, y aunque pase a manos de otra persona, ese cuadro brillará más que nada durante mucho tiempo. ¿Motivo? Eres una persona que ha existido, ha luchado y ha vivido como nadie.
¿Qué pintarás en tu cuadro? ¿Cuántos colores y matices pondrás en él? ¿Será abstracto, impresionista, inventado? Suerte, seguro que te queda precioso.




No hay comentarios:
Publicar un comentario